miércoles, 23 de febrero de 2011

La gota que derramó… mi hermano

Nunca lo forcé a hacer mi voluntad… lo convencía a punta de astucia y elocuencia.

Mi hermano me miraba asombrado mientras yo dibujaba los planos de nuestras aventuras. Si los ángeles de la guarda existen, el que cuidaba a César, de seguro ganaría el primer premio celestial. Es un milagro que superara la infancia en una sola pieza.

- César, ¿quieres volar?

- Los niños no podemos volar Juli.- Respondió con cara de susto.

- Lo que pasa es que tú tienes seis añitos y no sabes nada. - Repliqué yo con la cara de sobrada por la ventaja que me daba tener un año más de edad. -Yo tengo la fórmula secreta para convertir nuestros colchones en paracaídas mágicos.

- ¿En serio Juli? – El brillo de sus ojos me indicaba que había mordido el anzuelo.

- ¡Claro bobo! Tienes suerte de tenerme como hermana, yo te voy a enseñar el truco… ven ayúdame.

Nos tomó mucho esfuerzo sacar los colchones “mágicos” de las camas, arrastrarlos hasta el jardín y colocarlos justo debajo del alero más alto del techo de la casa.

     Aterrado de vértigo me preguntaba una y otra vez  si estaba segura que el colchón era mágico, yo con mi cara de “yonofuí” le repetía las instrucciones: “Lo que tienes que hacer es concentrarte y decir el hechizo… apunta y salta. No te va a pasar nada porque el colchón es como la alfombra de Aladino y te va a atajar… ¡Te lo garantizo!”

Por supuesto, cuando llegó mi turno de “volar” tuve que inventar que el colchón solo tenía poder para una sola atrapada, y como yo era muy generosa, le había regalado mi viaje. Gracias a Dios que la casa tenía un solo piso y que Cesarín tuvo tino al lanzarse.

….

Todos los días, antes de que sonara el timbre de entrada al colegio, yo me había gastado el dinero de la merienda “Dios proveerá”, pensaba sonriente. Claro, Dios me había provisto de un hermano planificador, que guardaba la mitad del dinero para comprar dulces y darse gusto en la tarde a la hora de las comiquitas. Yo todos los días me convertía en una suerte de mini- Sherezade y me las arreglaba para que el muy inocentón cayera, mil y una veces, en la trampa que lo despojaba de su merienda.

Yo no advertía que César crecía, así como el agravio, gota a gota se iba colmando… y aquél día rebosó.

- ¿Qué te compraste hoy hermano? Indagué para tejer mi red del día.

- Un sobre de Kool Aid. Hice heladitos. ¡Pero no te los vayas a comer, o te acuso con Mamá! – Advirtió como era su costumbre.

Me la había puesto facilita, pensé, ni siquiera tendría que hacer el esfuerzo de planear una treta…

….

Lamía el helado… tenía un gustillo raro… otra probadita… definitivamente quedaba un dejo extraño en la boca… no atinaba a definirlo… Mmmmm.

- ¡César! Grité ¿De qué sabor era el Kool Aid que compraste?

Me miró fijamente. Tenía una expresión en la cara que nunca antes le había visto. Me imagino que él, a su modo, también degustaba algo nuevo y dulce: La venganza.

- Sabor a pipí hermana ¿Te gusta?








































sábado, 19 de febrero de 2011

El anillo. Tarea para el Taller.

Darío tenía 7 años trabajando como mesero en La Castañuela. Todos los días bregaba con el pesado turno de la noche. Llegaba a su rancho de madrugada, agotado y apestoso a Tasca. Se daba un baño de gato con la poca agua que tenía almacenada en un pipote, y se apresuraba a dormir para poder soñar en el día en que cambiaría su suerte.

Los días de Darío se pegaban unos con otros formando una noria pesada y perpetua que lo arrastraba por la vida. Él fantaseaba incesantemente con obtener la anhelada cuota inicial que le permitiría mudarse a una casita propia en Guatire.

….

Al llegar a su trabajo, vistió las mesas, pulió los cubiertos, dobló las servilletas de tela a modo de flor y comenzó a barrer; mientras lo hacía pensaba: – No sé para qué me mandan a barrer esta vaina, si en un pestañeo, llegará el zoológico de clientes a picotear como gallinas… y el suelo será una alfombra de migas” Seguía barriendo a la vez que refunfuñaba mentalmente. – ¡Pero no importa! ¡El esclavo Darío está siempre pendiente del suelo!”.

La algarabía del lugar indicaba que la noche estaba en su apogeo. El capitán, guiaba un nuevo grupo de comensales a la mesa asignada. Darío, los seguía sin apartar los ojos del trasero del mujeron que acompañaba a los recién llegados. Los ayudó a sentarse y fue a buscar los menús… En cámara lenta Darío presenció el momento exacto en el que el gran anillo de brillantes cayó al piso.

Miró a ambos lados. Nadie parecía haberse dado cuenta de la joya perdida. Disimuladamente le dio un puntapié a la sortija; ésta rodó hasta llegar a la pared y quedar oculta tras las patas del mueble auxiliar, de donde Darío tomó las cartas.

Sudaba frío. De reojo veía la confusión frenética en la mesa de al lado. Sabía lo que buscaban. Los latidos del corazón le martillaban el pecho. Entregó el menú a la bella mujer, prosiguió con los caballeros de rasgos extranjeros. Con todas sus fuerzas contenía el temblor de sus manos.

– !Cálmate! – Ordenaba mentalmente.

Darío ofreció la carta al más joven de los comensales. El muchacho lo dejó con la mano extendida, algo lo distraía, tenía la mirada clavada exactamente en el rincón donde Darío ocultaba el tesoro.

Pálido, Darío aullaba en silencio: – Ni lo pienses patiquincito, ese anillo es mío. ¡Epa! ¿A dónde vas? ¡No! ¡No te levantes!.

Darío intentó adelantarse al muchacho, pero era demasiado tarde, el joven tenía el anillo en la mano y se lo devolvía a su dueña que, entre risas y llantos, gratificaba al superhéroe de la noche enviándole una botella de champagne y haciéndose cargo de la cuenta de sus invitados.

Darío miraba la escena atónito… Trataba en vano de sobreponerse a la rabia de ver como el patiquín, a punta de honradez, le había arrebatado el boleto de salida del barrio.



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jueves, 17 de febrero de 2011

Letras


Las letras me recitan alas y vuelo alto



Me narran un sueño vasto


Me entonan ilusiones


Me hacen viento emancipado


Me surcan sonrisas


Me brotan lágrimas


Ellas pulsan latidos


Las letras me hacen feliz…

miércoles, 16 de febrero de 2011

Aventuras

Es una maravilla esto de estar loca…

en este encuentro de palabras, imágenes y sensaciones

se levanta la niebla que velaba lo más íntimo

brilla la luz y centellea el gozo

te transformas en hidalgo caballero

me convierto en Dulcinea del Toboso

sábado, 12 de febrero de 2011

A veces


A veces, en mis momentos tristes, pensamientos se transforman en pajarracos negros, abandonan mi cabeza y se quedan largas horas dando vueltas sobre un despojo de ansiedad y desasosiego.

Sólo a veces…


lunes, 7 de febrero de 2011

Una cigüeña ingeniosa

Érase una vez una cigüeña que dedicó su vida al reparto de bebés. Centenares de hermosos pequeñuelos fueron transportados por sus robustas alas llegando sanos y salvos a su destino.

Por muchos años viajó desde París, surcando el cielo con sus valiosos paquetes a buen resguardo, dentro de un blanquísimo pañuelo atado a su pico. Atravesó increíbles distancias… altísimas montañas, vastas llanuras e inmensos océanos para llenar de amor muchos hogares al rededor del globo.

La fábrica de bebés tenía una solicitud marcada “urgente” que debía llegar de inmediato a un paraíso terrenal fuente de brillantes colores: Venezuela. Era un pedido muy especial…. Se trataba de un pequeño milagro repleto de dones maravillosos. Estaría colmado de extraordinaria inteligencia…belleza y mirada sensible a la vida.

Pero la cigüeña agotada de tantas largas travesías, no tenía más fuerzas para hacer otro extenuante viaje al lejano edén sudamericano, y por eso trazó un ingenioso plan que le permitiese quedarse a descansar en la ciudad de la luz.

Paseaban tomados de la mano por los Campos Elíseos. Eran diferentes a las demás parejas. Su aura resplandecía y los hacía destacar de entre la multitud. La cigüeña decidió bajar a echar un vistazo, y cuál sería su sorpresa al darse cuenta que los esposos que había estado observando, estaban hechos de la misma esencia y del mismo calor humano del crío que debía transportar a Venezuela…

Sonrió pícara al reparar que sí podía tener una jubilación temprana. ¡Era una idea excelente! ¡No tendría que ir a Venezuela para hacer una unión perfecta!

….

Satisfecha, anidó plácida en la chimenea de una de las casas de las afueras de París. Esperaba ansiosa el día en que, con un vuelo corto y cómodo, completaría las vidas de Gustave y Coraline…

Ya no sólo compartirán cama, sueños y jardín…

-Fin-

miércoles, 2 de febrero de 2011

Statua Ecclesiæ Latinæ

Seguí el ritual al pie de la letra. Incesantemente repetí todas las oraciones. Decreté mil órdenes de expulsión. Me valí de todos los artificios necesarios para realizar un exorcismo: crucifijos, reliquias, agua bendita.

Mis días volvían poco a poco a la normalidad… Lo cotidiano pulverizaba todos sus rastros…Las obsesiones se desvanecían.

Me sentí liberada.

Finalmente había logrado dominar al demonio que me había poseído… o eso creí. Pensé que el tiempo se había encargado de rematarlo...

De pronto me subyugó de nuevo al clavar sobre mí, su mirada de buitre. Me apuntó con su dedo índice, que se alargaba transformándose en espuela de ave rapaz. Surcaba los rincones de mi mente y daba vueltas en espiral…

Yo, posesa reincidente, levitaba.