Es un espectáculo verlas cruzar el cielo caraqueño. Vuelan en pareja. Duetos coloridos se elevan en el cielo. Maravillan a los que desde abajo tenemos la suerte de ser testigos de tonalidades fugaces. Siempre en pares. Siempre brillantes, vestidas de bandera.
Las guacamayas son una oda a la unión, a la fidelidad, a la monogamia, al número dos.
Con el Ávila de fondo, se remontan los orgullosos papagayos. Aletean haciendo alarde de su pareja, aquella que eligieron para toda la vida, como compañía para volar en libertad.
No logro entender qué clase de engendro puede atreverse a robarles su alma gemela y condenarlas a calabozos de soledad.
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