Amanecí con frío. No es una queja, me gusta que me invada y me cale hasta los huesos, poder abrigarme, no sudar al salir a la calle, caminar largo sin sentir sofoco.
No sé cuál será la temperatura, pero es inusualmente baja. Desde hace años hace mucho calor en Caracas, y ni siquiera en diciembre, el acostumbrado mes de tregua, deja uno de padecerlo.
Por eso recibo este frescor con mucha gratitud… sin brillo en la cara… con el pelo suelto y oloroso a hierbabuena.
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