martes, 14 de septiembre de 2010

Bucket list


El jueves murió una de mis compañeras del Taller de Escritura Creativa. Lo supe por casualidad, como se enteran las noticias tristes: sin previo aviso, como un susurro que corta el aire. Tenía un blog, discreto pero entrañable, donde compartía retazos de su vida, pensamientos sueltos, reflexiones, y algo que me conmovió profundamente: su bucket list. Esa lista íntima de cosas que uno desea hacer antes de patear el balde. Ella la llamaba así, con humor y ternura.

Me quedé mirándola largo rato. Línea por línea.
Y entonces me cayó encima la tristeza, no sólo por su partida, sino por la incertidumbre de cuántos de esos sueños alcanzó a cumplir. Me dolió imaginar que quizás dejó pendientes deseos que le daban sentido a sus días.

Esa noche no pude dormir. Pensé en ella, en sus letras, en los jueves de taller compartidos. Y también pensé en mí. En cómo los días se deslizan entre los dedos, se acumulan en semanas, se convierten en años… y uno ni se entera. Pensé que yo no tengo una lista. No la he hecho. Nunca me detuve a escribirla.

Y si no la escribo, ¿cómo empiezo a cumplirla?

Así que aquí va. No sé si es definitiva, ni si tiene sentido para alguien más que yo. Pero es un comienzo. Un recordatorio. Un mapa, aunque sea dibujado con crayones.

  • Ordeñar una vaca. Sentir la vida correr entre las manos.

  • Sentarme en un torno de cerámica mientras suena “Unchained Melody” de los Righteous Brothers, como en esa escena inmortal del cine que aún me hace suspirar.

  • Viajar en un crucero. Por el Báltico, si el viento es amable.

  • Conocer Estambul. Caminar donde se cruzan los mundos.

  • Hacer el Camino de Santiago. Porque a veces se necesita caminar para poder volver a uno mismo.

  • Ir a una vendimia. Embriagarme con el aroma de las uvas y las risas del campo.

  • Visitar un asentamiento indígena. Aprender desde la raíz.

  • Ver un parto natural. Ser testigo del milagro, de la fuerza cruda de la vida.

  • Hacer cima tras escalar una montaña. Un cerro pequeño basta, si el corazón late con orgullo.

  • Escribir un libro. Porque las palabras salvan.

  • Hacer una excursión en kayak. Sentir el agua, el vaivén, la libertad.

  • Comer el gusano después de una botella de mezcal. Porque la locura también se brinda.

  • Hacer un paseo por la Ruta 66. Con la carretera ardiendo bajo el sol y buena música a todo volumen.

  • Manejar un descapotable. Que el viento me despeine las dudas.

  • Ir a la Gran Sabana. Porque hay lugares que uno necesita ver con sus propios ojos para creer que existen.

La muerte de mi compañera me sacudió. Pero también me despertó.
Este es mi intento de no dejar que los días se me escurran sin más.
Una lista. Un acto de fe.

Un recordatorio de que vivir… es urgente. 

Versión original 14 de septiembre 2010

Versión revisada 24 de agosto 2025

7 comentarios:

  1. Interesante. Todo el mundo debería tener una BUENA lista. Yo revisaré la mía. Tu artículo me ha hecho reflexionar. Gracias.

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  2. Es verdad, creo que yo también voy a empezár la mía, pondré de primero: trataré todos los días de ser una mejor persona.

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  3. Lo siento.
    Excelente post.
    Siempre suyo
    Un completo gilipollas

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  4. Queridas Ana y Estrella, así es, la vida es muy corta y no nos damos cuenta. Manos a la obra y todos a hacer las listas… y lo más importante: a realizar los sueños.
    Señor Gili: Hace Ud. muy mal trabajo forjándose imagen de repelente… Me gusta Ud. Mucho!!... leo su blog siempre.

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  5. Jules! No tengo mi lista! Ya tengo la tarea de pensarla, gracias por recordármelo

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  6. Excelente post e interesante lista. Voy por la mia.

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