viernes, 6 de julio de 2012

Sólo un quesillo



 Hice un quesillo.

Cociné espárragos al vapor, preparé una salsa holandesa que no se cortó —milagro de la alquimia y la paciencia—. Arreglé flores, elegí manteles, dispuse cubiertos y alineé copas como si se tratara de una cena de embajadores. Horneé escargots. Rebané pan fresco y lo dispuse junto al queso curado, al casabe, a las galletas artesanales y al jamón serrano.

Lavé platos. Llevé a nuestro hijo al centro comercial. Regresé. Lavé más platos. Bajé seis veces a abrir la puerta a nuevos invitados, cada uno más sonriente que el anterior. Otro viaje al centro, esta vez para recoger al hijo. Volví. Me esperaban más platos.

Me despedí de cada uno de los invitados con una sonrisa pulida, recogí botellas vacías, copas con huellas de labios ajenos, vajilla sucia, sartenes, ollas, ceniceros. Lavé la montaña de loza, la sequé, limpié mesas, barrí migas, boté bolsas de basura, sacudí cojines vencidos por cuerpos ajenos, apagué la música que aún sonaba como si la fiesta no quisiera irse.

Estiré mi espalda y, al final, soplé la última vela.

Entré a la habitación. Dormías con el televisor encendido. Te arropé. Tu respiración era tranquila, como si nada hubiera ocurrido.

Entonces recordé: unas horas antes, tu anuncio ligero, tu sonrisa diplomática, tus palabras como caricias de humo:
—Invité a un par de amigos a tomar una botella de vino. No pongas esa cara. Yo me encargo de todo. Tú solo haz un quesillo.

Solo un quesillo.

2 comentarios:

  1. Oh no!!, El muy mal agradecido!
    Para la proxima ni un flan!! :)
    El quesillo merece mayor respeto.....
    JA

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  2. Hola espero estén súper bien les cuento que se dé un buen sistema para entrenar el cual te aumenta la masa muscular sin pasar tanto tiempo en el gimnasio.

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