viernes, 15 de abril de 2011

Quimera


Pretendes descifrar
la hondura del resplandor,
como si la luz no pudiera doler,
como si el abismo no supiera brillar.

Afirmas saber
si lo que tiembla en el rostro
es una sonrisa o una herida que disimula.

Te jactas de distinguir
la brisa que acaricia
de la borrasca que desgarra,
como si el aire no pudiera ser filo.

¿Es esto lluvia de acero
o la caricia líquida de un prado verde?

El universo no responde.
Es una dualidad inclemente,
que gira hacia adentro,
sin pausa,
sin tregua,
sin juicio.

Violenta oleada de ilusiones,
torbellino de espejismos,
verdades que se quiebran
como cristales en las manos del alma.

Y al final,
solo quedan dos lágrimas azules,
cayendo con la furia de una tempestad
que nadie supo nombrar.


Publicado 15 de abril 2011
Revisado 24 de agosto 2025

















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