lunes, 25 de abril de 2011

Zarpa


Con tu mano de seis dedos
atizas mil zarpazos,
y compones esos versos
huérfanos de abrazos,
escasos de ternura,
llenos de arañazos.

Con esa mano tú escribes,
espinas crueles narras,
relatos brunos que encarnan
condenas llenas de saña.

Las musas caen de pena,
lloran desconsoladas,
despeñadas desde riscos,
laceradas por tus zarpas.


versión revisada 24 de agosto de 2025


miércoles, 20 de abril de 2011

A tu silencio…

Silencio que vives en la boca que quiero,
silencio que grita,
silencio que habita un minuto eterno.

A ti te imploro:
no te deleites en mis tormentos.

Silencio, estrépito, vuélvete mudo;
trae palabras que, junto al viento,
sequen mis lágrimas
con la corriente de mil y un versos.

Silencio cruel,
engendro aberrado de su derecho,
mi corazón atacas desde parajes
planos y opuestos:
balas perdidas,
vuelos violentos,
zamuros negros
que ahíncan garras
en un despojo ya casi muerto.

Silencio salvaje,
agonizantes yacen mis restos.

Silencio hambriento,
busca otros votos,
busca otros fieles,
busca otros puertos.

Viola otra boca,
vete al exilio —
soy mártir yerto.

Silencio absurdo, disparatado,
hazte bien lejos.

Salta al vacío,
deja sus labios,
silencio frío.

Cuando te vayas,
saldrán las hojas,
y las palabras,
y los latidos.

Y volverán frondosas
las letras verdes
como los pinos.

Revisado 24 de agosto 2025


sábado, 16 de abril de 2011

yo por ti


Yo por ti,
robé las tuercas de Henry James,
desarmé sus mecanismos con manos de sombra
y les di cuerda con el pulso del deseo.

Me apropié, sin culpa, de la poesía de Neruda,
deshojando sus metáforas
hasta convertirlas en besos indecentes
sobre la página de tu piel.

Falsifiqué los trazos dorados de Klimt,
las líneas inquietas de Schiele,
pintando tus formas en muros invisibles
donde sólo yo podía verte.

Desvalijé los cuentos de los hermanos Grimm,
guardé en mi bolsillo los finales felices
y reescribí las moralejas
con tinta de fiebre.

Arranqué las flores de Barrie
en los jardines invisibles de Kensington,
persiguiendo la fragancia de tu risa
más allá del polvo de hadas.

Suplanté al sultán
por mil y una noches,
y en cada una,
te inventé una historia
para que no dejaras de soñarme.

Con el botín de todos los mundos
construí un edén clandestino
entre los paraninfos de una ciudad que ya no existe,
donde el saber era delirio
y el amor, una lengua extinta.

Me reflejé en espejos de cielos rasos,
me busqué en las grietas de su luz artificial,
deliré en cantos lunares
que sólo se escuchan al borde de la locura.

Yo por ti…
trasgredí el arte,
el tiempo,
la lógica,
el juicio.

Yo por ti…
aluciné.

Versión original 16 de abril de 2011
Versión revisada 24 de agosto 2025

viernes, 15 de abril de 2011

Quimera


Pretendes descifrar
la hondura del resplandor,
como si la luz no pudiera doler,
como si el abismo no supiera brillar.

Afirmas saber
si lo que tiembla en el rostro
es una sonrisa o una herida que disimula.

Te jactas de distinguir
la brisa que acaricia
de la borrasca que desgarra,
como si el aire no pudiera ser filo.

¿Es esto lluvia de acero
o la caricia líquida de un prado verde?

El universo no responde.
Es una dualidad inclemente,
que gira hacia adentro,
sin pausa,
sin tregua,
sin juicio.

Violenta oleada de ilusiones,
torbellino de espejismos,
verdades que se quiebran
como cristales en las manos del alma.

Y al final,
solo quedan dos lágrimas azules,
cayendo con la furia de una tempestad
que nadie supo nombrar.


Publicado 15 de abril 2011
Revisado 24 de agosto 2025

















sábado, 9 de abril de 2011

I Griega


Cae una gota de tinta azul
sobre el papel virgen.

Luego, otra.

Distantes,
se reconocen en el silencio.

Se miran sin tocarse,
se anhelan sin promesas,
cautivas en la danza de lo inevitable.

La fascinación que sólo conoce la fe
las empuja.

Ruedan las dos,
pliego abajo,
diagonal como destino compartido.

Se buscan con la esperanza
de rozarse.

Y lo hacen.

Brevemente.

El instante es líquido y eterno.

Se funden en un solo trazo,
una corriente azul que cae
como un suspiro suspendido.

El rastro de humedad añil
se detiene en un punto.

Han dibujado, sin saberlo,
una ípsilon.

La bifurcación.
El cruce.
El hilo del encuentro.

Y con ese gesto,
mínimo y sagrado,
han escrito una historia.

Versión original 10 de abril de 2011
Versión revisada 24 de agosto de 2025