Ayer escribía un post en el que mencionaba a John Harvard y recordé un cuento muy singular a cerca de la biblioteca de la famosa universidad. Tristemente, la historia resultó ser una leyenda urbana, pero es tan interesante que les voy a relatar los pormenores de todos modos.
Visitaba la Universidad de Harvard para asistir a la graduación de mi hermano. Él nos daba el típico paseo a través del campus, y cuando llegamos a la biblioteca, quedé maravillada con una asombrosa historia.
Resulta ser, que Eleanor Elkins Widener, dueña de una de las grandes fortunas de Estados Unidos a principios del siglo XX, abordó el Titanic junto con su esposo y su hijo Harry. A ella la ayudaron a subir, al igual que a muchas otras mujeres y niños, a los pocos botes salvavidas, mientras su esposo y su hijo se quedaron atrás a la espera de su terrible suerte.
La señora Widener, donó grandes cantidades de dinero a la Universidad de Harvard, para la construcción de la biblioteca en memoria de su hijo, quien era un bibliófilo egresado de esa casa de estudios. Su única condición fue, que todo estudiante de Harvard, debía pasar el examen de natación para poder graduarse.
Ella, quiso proteger a las generaciones futuras. Sintió que su hijo hubiera podido salvarse de morir ahogado, de haber sabido nadar… ¡Si claro! Y de haber aprendido a hibernar, para que no lo inmovilizase la hipotermia.
Se sabe que otras prominentes universidades han usado derivados de este mito, cambiando el destino de los fondos donados y los nombres de los adinerados benefactores.
Cualquiera que sea la razón por la cual las universidades solicitan estos exámenes de natación, lo cierto es que lo toman muy en serio. Al Dr. Mortimer Adler, quien obtuvo un PHD de la Universidad de Columbia, escribió más de treinta libros, dictó cátedra en esa casa de estudios y fue miembro de la junta directiva de editores de la Enciclopedia Británica, le fue negado su título de pregrado en 1923, por haber reprobado el test de natación.
Amiga....aquí estoy fiel a tus escritos...como siempre, me divierte la manera tan tuya en que Julietízas...las palabras jajajaja. Te diré que me identifico con la señora Elkins....claro que no existe comparación con su perdida...pero viví una experiencia muy triste al ver morir una vecinita de cinco años, en la piscina de mi edificio; desde ese día dije, que al tener un hijo le enseñaría a nadar antes que a caminar.... Al mudarme a esta ciudad fue lo primero que hice con Luis...quien se volvía loco al ver el agua desde bebé, gracias a eso, hoy en día practica velerísmo y ama el mar!!!!
ResponderEliminarQué interesante!, gracias por compartirlo. saludos
ResponderEliminarNademos juntos. Usted y yo, claro.
ResponderEliminarSiempre suyo
Un completo gilipollas