miércoles, 19 de mayo de 2010

Perdida por falta de experiencia.

Cuando abrí la puerta del carro sentí el penetrante calor golpearme la cara. Imaginé que así debía sentirse la onda expansiva de una explosión. Juancito y yo nos bajamos del carro mientras Felipe encontraba un puesto para estacionar.
Eran las nueve y media de la mañana y sólo se veía a una docena de personas en el porche de la ruralísima casa. “no hay tanta gente” –pensé ingenua sin haber visto antes el interior del recinto… y pregunté quién era el último en llegar. Una señora que se encontraba en medio de la calle respondió que era ella. Me coloqué detrás y me dí cuenta del porqué esperaba a mitad de la calzada…. Huía del sol abrasador que ya a esa hora era un castigo.
Después de su tercera vuelta en carro, ví a Felipe aparecer como un energúmeno diciendo casi a gritos – “¡sólo a ti se te ocurre pedir la cita del pasaporte en Caucagua!” – “¿te costaba mucho pedirla en Los Teques?”
Supuse que ya había olvidado el vía crucis que hace tan sólo un mes, vivimos en el SAIME de Los Teques…
Yo: - ¡No Felipe!, ¡no elegí Caucagua! ¡El sistema te asigna la oficina al azar!… ¿Por qué te pones así? ¿Crees que a mi me encanta achicharrarme en Caucagua?
Felipe: - “!si no hubieses puesto como opción Caucagua no nos habrían mandado para acá!”
A todas estas el tono iba in crescendo y la gente volteaba a ver qué pasaba…
Yo: “Y si tú eres tan diligente y te las sabes todas… ¿porqué no hiciste la cita? ¡El que quiere algo bien hecho debe hacerlo por si mismo! ¿No es así?... ¡al menos yo hice algo!” – grité perdiendo mi compostura.
No pude evitar pensar…”Nunca discutas con un imbécil, te hará descender a su nivel y allí te ganará por experiencia”.

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