Nunca le gustó su nombre: Julieta.
En el colegio rimaba con ropa interior y, a veces, con partes más específicas. Volvía a casa entre lágrimas y súplicas:
—Por favor, papi… ¡cámbiamelo!
Él aguantaba la risa con la seriedad justa de un padre compasivo:
—Está bien. ¿Y cómo te gustaría llamarte?
No dudó. Una semana antes había visto Vaselina y todavía soñaba con el peinado de Olivia Newton-John y los pantalones imposibles.
—Sandy —dijo, con los ojos brillando.
Su padre soltó una carcajada que duró más que el trauma escolar.
Y casi, casi la convence de quedarse con Julieta.
Casi.
Porque al final del día, hasta Sandy rimaba con panty.
Publicado 27 de abril de 2010
Versión revisada 27 de julio 2025
"Es el oriente, y Julieta es el sol" Shakespeare
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