
La sala de espera era una tortura. Ayuno obligatorio, ayuno de conversación también, porque ya no teníamos ni energía para quejarnos del retraso.
—Traje el periódico y la Cosmopolitan —anunció mi amiga, como quien reparte salvavidas en un naufragio.
—¡Yo quiero la revista, porfa!
Ella, con falsa condescendencia:
—Está bien. Tú sumérgete en tus banalidades mientras yo me instruyo con las noticias del mundo.
Nos reímos. Cada quien a lo suyo.
Dos minutos después, me miró por encima del papel, los ojos abiertos como dos signos de exclamación:
—¿Tú sabes quién es John Holmes?
Sonreí con la calma de quien sabe cosas que no están en los editoriales.
—Claro que sí. Banal e inútil… pero informada.
Publicado 23 de abril 2010
Versión revisada 27 de julio 2025
jaja, esta buena esa. Saludos
ResponderEliminar