viernes, 23 de abril de 2010

Cultura general


La sala de espera era una tortura. Ayuno obligatorio, ayuno de conversación también, porque ya no teníamos ni energía para quejarnos del retraso.

—Traje el periódico y la Cosmopolitan —anunció mi amiga, como quien reparte salvavidas en un naufragio.

—¡Yo quiero la revista, porfa!

Ella, con falsa condescendencia:

—Está bien. Tú sumérgete en tus banalidades mientras yo me instruyo con las noticias del mundo.

Nos reímos. Cada quien a lo suyo.

Dos minutos después, me miró por encima del papel, los ojos abiertos como dos signos de exclamación:

—¿Tú sabes quién es John Holmes?

Sonreí con la calma de quien sabe cosas que no están en los editoriales.

—Claro que sí. Banal e inútil… pero informada.

Publicado 23 de abril 2010
Versión revisada 27 de julio 2025



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